lunes, 4 de junio de 2007

parodias de dolor

Otro día gris,
otro día de tristeza y
miedo.
Las calles húmedas
de lágrimas, salpicadas de sudor
y lluvia ácida,
otro día que impregna la
existencia.
Otro día para el olvido histórico,
otro día.


II.


Lágrimas por una despedida incierta,
lágrimas por la pérdida indudable,
lágrimas por mí, por tí, por ellos,
lágrimas por el abandono del talento,
lágrimas por vuestra estupidez,
lágrimas que apaguen las llamas de este infierno,
lágrimas que purifican los mares intoxicados.


III.


Diseño existencia,
diseño vacío,
diseño enfermedad,
diseño un Dios,
diseño su muerte,
diseño una cafetera,
diseño un olor,
diseño un color,
diseño un concepto,
diseño diseño.

IV.


Era una hermosa mujer de 52 años,
sus pechos eran tersos, redondos, de silicona,
un culo precioso, estirado muchas veces,
su vientre prefabricado, sin una arruga,
la piel frita en rayos UVA, brillaba.
Hizo el amor 4326 veces,
con su ex-marido de 60 años,
con su esposo de 34,
como su hija,
con su yerno de 32,
como su hija;
y de joven con su hermano.
Es un bonito cadáver, del que los gusanos no dejarán
ni la silicona.


V.


Una prótesis es para siempre.


VI.


Nació por cesárea,
su hermana con forces,
su padre prematuro,
su madre como todas.
No tuvo premios,
no destacó en nada,
no cultivó triunfos.
Se casó con su única novia,
sigue con su primer trabajo,
su hijo es militar, su hija ama de casa.
Espera la jubilación.



VII.


Os odio tajante,
visceralmente.
Al mentecato que me empujó en el metro,
al camarero que me tiró el café encima,
a la estúpida niña que me pidió un cigarro
y que luego rió...

Os odio mas,
pasionalmente.
Al profesor que me suspendió,
al jefe que me despidió,
a la novia que me dejó
y nunca volvió...

Os odio con rabia,
salvajemente.
Al padre que me hizo,
a la madre que me parió,
a la mujer que me dió hijos
y que aun no murió.

Odio radical,
fundamental.
Odio al necio que disiente de lo real,
odio, odio, odio, al estorbo que tú eres,
odio al llorón, al cagón, al matón, al débil,
y a ese presentador de televisión.

Odio al torturador, y al torturado,
odio al reo y, al verdugo,
odio al bien y al mal,
odio la razón y la locura,
odio la verdad y la mentira,
odio el sentimiento,
odio el odio...

Me odio, os odio, odio la vida,
odio la muerte, odio, odio, odio.

VIII.


Disidencia, consecuencia;
a cada paso, a cada latido,
los efluvios despreciables
de ese hedor tan humano,
los vientos de la necedad.
Las hediondas reflexiones
sesudas de la mentira,
la vulgaridad que se define
a sí misma, en fin,
el fruto podrido de la humanidad,
de la existencia, de la sociedad.
Disidencia, consecuencia.
Asomo la cabeza por las
rendijas del espíritu y me estampo contra tribus,
tribus y sociedades aberradas,
elevadas a categorías dignas;
encumbrados deleznables
y simples miserables, sacerdotes ocultos, fatuos
o descaradamente proclamados.
Necios, locos, enfermos, infectados y hasta ingenuos inocentes.
Cómo verlo y verlos sin estremecerse,
cómo desenvolverse sin naúseas,
cómo decidirse entre la risa o el llanto.
En fin, desgraciados, abjuro.
La disidencia es la consecuencia,
la disidencia es consecuencia.


IX.


Poses epatantes por necesidad.
Poses ajenas a la impostura, poses mudas y sordas.
Provocación por instinto. Vocación traumática,
esencia abjuradora.
Al margen del orgullo, extramuros del desprecio,
allende la indeferencia. Decir no,
decir sí.

X.


Fabrico mi tumba hacia el Edén,
por la tarde paseo entre sollozos
viendo y sintiendo cómo todo muere,
el frío, el hambre, el dolor y el
sufrimiento de la capa de ozono,
que degenera.
Entre las risas y el
desprecio de una historia y un porvenir
que se confunden en
un presente aciago, entre las
rosas y la decadencia de
una potencia. Una vida que no lo es
y un deseo insatisfecho
necesariamente. Anochece y el frío
recrudece, el estómago
agrietado cruje y tal vez la culpa
resida en mí. Al llegar la noche
emprendo sangrante
la huída al sueño que quizá no sea
una pesadilla. Hasta el
pesimismo se corrompe. Cuando
expire nada se habrá resuelto.
Cabe la posibilidad de que no haya
sido claro en mi incertidumbre.


XI.


Cada mañana oirás mi voz,
cada tarde verás mi imagen
en esa fotografía,
cada noche lamentarás
no haberme conocido.





XII.


Estremecimiento en cada amanecer,
conmoción en cada latido,
la melodía de la desintoxicación.

La presencia del cosmos y sus ciclos
la sensación de la fuerza del tiempo
que no existe. El olor del mar.

Páramos que inundan el espíritu,
bosques que aprisionan liberando,
imágenes que embargan el alma.

Armonía vital en el desconocimiento,
el sinsentido del saber,
la muerte del lenguaje.

El misterio de sobrepasarnos,
la trascendencia de cada instante,
momentos en los que la vida es mística.


XIII.


Drama, máscaras
aplastadas.
Teatro y fingimientos,
mentiras representadas,
flores desencantadas
y valores ensangrentados
bajo el sol de la verdad.








XIV.


En la sombra de cada esquina,
en el interior de cada portal,
en la aurora de cada lunes,
en la tragedia de un destello,
en la vanguardia de un rayo,
bajo el sol, bajo la lluvia,
enfrentado al viento,allí,
aquí,en los requicios del
pensamiento, en lo efímero,
en lo profundo, en lo cursi,
-si eso existe-, en lo fatal,
en lo espúreo, en la belleza,
en el espejo, en cada libro,
en cada signo, en cada cambio,
en cada permanencia, en cada gloria,
en cada desgracia, en toda idea,
donde el lenguaje choca,
donde la locura domina,
donde nunca se llega, tras
la puerta sin picaporte. Busco.


XV.


¿Soy retorcido o me lo imagino?
Los méritos del cinismo son a menudo
dudosos, pero...
Tal vez sea un cínico. Pero,
quizás resulte que esté agrietado,
grietas... en el alma.
Grietas...imposibles.







XVI.


Hijo único,
soltero,
escritor,
extranjero,
tímido,
serio,
solo.

Vive en una casa casi vacía,
en un pueblo casi deshabitado,
en un clima monótono;
su nombre tiene una sola sílaba,
sus apellidos también.
No recibe cartas, no las escribe.

Ha perdido hasta la sombra,
Dios y el diablo le olvidaron,
no tiene espejos.
Está él solo. Solo.


XVII.


Entre lo gris,en la piedra,
habita perfumando para nadie en este mundo.
Desde aquí,pegado al muro transparente,
no puedo reprimir la conmoción y lloro.
Ni todo el alcohol de este bar ahogará la
única lágrima,que siempre flota,a la deriva.

Cotidianidad grotesca,escribo sobre papel
higiénico y cago,para limpiarme
con ello;
no puedo olvidar la rosa en la piedra.




XVIII.


Caminando hacia el anochecer,
caminando hacia la noche,
cuando la historia acaba,
donde la historia encuentra
su final.
Un pequeño recuerdo se perdió
en el camino,
esperando la dura cara de lo raro.
El diletante caminante
que se pierde haciéndose fuerte,
extraño poder,
diletante poder.
Caminado por una espiral,
una luz tenue,
no consigo ver lo que soy,
pero me siento bien,
tus ojos y la verdad;
un cielo demasiado caro.
Algo me dice que siga,algo que siempre cruza mi
mente.
Partiéndome en tí,
viniendo abajo,
tú también;
simple el sol se pone esta noche,
cegando,tú eres realmente la
que puede dormir en las noches del otro lado
de la espiral.
Blanco y negro,
azul.
Dime por qué
cortando el azul,la razón,
vuelve a casa cuanto más se aleja,
no poder salir,maldita espiral,
maldito sentimiento.
Los labios de la demencia hablando,me pregunto a qué,
un camino tan largo y esa luz tenue y cegadora a la vez,
espero preguntándome por qué,en un día tan largo,
día en el que lucha el sentimiento y las lágrimas explotan en un serio peligro.

XIX.


Una fuente en la disyuntiva,
dos tierras que visitar
y a lo lejos una esperanza.
La semilla del silencio
y la frontera del olvido
que ahogan a los
hijos de unos padres estériles;
páramos inundados
por la mentira.


XX.


Perlas negras,
carbón blanco
y oscuras posibilidades
en tus ojos,
piedras azules
y cielos rojos
en tu mente.
Entrañas verdes,
labios grises
y piel absolutamente blanca.
La ninfa
de los sueños
que un día tuve
y que he olvidado en la prisión
de los campos de orégano,
de alámbrica vegetación,
la prisión de la mentira.








XXI.


Madre,te quiero y a veces me pesa,
tu sufrimiento es el mío y siempre lo odio,
y tu debilidad.
No tuviste suerte
y sólo te mereces el cielo.
Eres una víctima de tí,de ellos.
Bendita seas.


XXII.


Padre,no moriste a tiempo de salvarnos,
hijo de de tu propia necedad
y de la ajena,
convertiste tu locura en nuestra historia.
Miedo,demencia y opresión
son tus consignas.
Pusiste grilletes a tus hijos
el día de su nacimiento,
envenaste a tu mujer
el día que la conociste
¡ y quieres ser adorado !
Maldito seas.


XXIII.



El devenir se ensañó con él,y la guerra con el mundo,
levantar la mirada al cielo o bajarla al suelo
resultaba un ejercicio inútil. Inútil.
No había nada a que aferrarse,
la belleza perecía y no había nada.
Nada.



XXIV.


Un pasado plagado,inundado de sufrimiento,
un pasado que se avalanza
sobre el futuro
con mas medios que el recuerdo,
con la fuerza de una trayectoria
y con el vigor de los espectros
insondables.
Pasado que se retuerce en el
presente conciliando nuevas
alianzas para el futuro intoxicado.
Mi pasado negándose a morir,
pasado que retorna
para luchar por su descanso,
para machacarme
sin contemplaciones,
para matarme,
ya que no me ha hecho más
fuerte.


XXV.


Reposaba la cabeza entre las rodillas
mientras tres esferas
que caían le golpeaban obsesivamante.
El neón iluminaba lo
que parecía una profunda desolación,
y olía mal.
Lluvia de esferas que se integraban en la escena.
El neón palidecía con el alba
y seguía con la cabeza escondida.
Las esferas ocultaban
los olores y las ideas.
No hay sonido,sólo esferas
y un hombre recogido fetalmente.
Tampoco hay tiempo.


XXVI.


¿Por qué historias tristes?
Alma enjaulada y
absoluta desesperanza.
¿Por qué el talento me ha ignorado,
por qué el destino me hace ignorar
la sustancia de las cosas?
¿Por qué aquí no hay una chispa de genio?
¿Por qué lo quiero?
¿Qué me impide ser aquello que quiero?
¿Dónde se ocultan mis apreciaciones?
Inefable ignominado.


XXVII.


Pensamientos descuartizados
y explosiones en el alma,
instantes aprisionados en instantes imposibles.
Intoxicado por el mundo y
olvidado por el futuro.
Aislado del tiempo y perdido en la tierra de los
espectros,
ríos de ladrillo y cal,
poemas reventados por utopías prefabricadas,
estoy acabado.


XXVIII.


Zapatillas rotas,
qué demonios hago aquí.
Puede que viva en un mundo irreal
y que me balancee entre
errores
y olores que me gusta
olfatear,pero esas malditas zapatillas

me vuelven anacrónico
y me sitúan fuera de lugar
en todas partes.
Han destruído mi refugio,
esas zapatillas rotas.


XXIX.


Me escaparía,
ya es tarde y han muerto todas las flores,
hiel y sudor como abono,
lágrimas como regadío,
misterios
y dolor en el jardín
de aquellos días.
Me escaparía,huiría hasta alcanzar la tierra de mis destrozados
deseos,
huiría,
anochece y la tormenta oculta la luna,
me hago daño
al caminar,
son bonitos los rayos,
me sobrecoge el trueno
y ambos me alcanzan.
Me escaparía.


XXX.


Me agarro fuerte
a las gotas de lluvia,
no sé si temer al agua,
al sudor,
a las lágrimas,
a la orilla,
al mar,
pero me agarro desesperadamente
a cada gota de lluvia,

lluvia fría,
estoy empapado,
lloro y sudo,
miro al cielo y bebo la lluvia,
no sé si acabará pronto,
no sé si habrá un final,
pero la lluvia se apodera de mí,
me agarro a cada gota
pero desaparece entre mis dedos,
aunque inunde mi alma
de desesperación,
la lluvia.


XXXI.


Suena el viento contra los
barrotes de mi prisión,
siempre soñando me pierdo en vuestra conjura,
no podía esperar
que alguien me ayudase,
no podía suponer que algo en mí
me obligaría a hablar,
ni una palabra,
mi voz jamás será escuchada,
los gritos se ahogan en el
viento,
mi vida se escapa entre los barrotes,
mientras yo permanezco aquí.


XXXII.


Tengo miedo y
voy de luto por el paraiso,
miedo de la demencia,
contagiosa;
miedo de la necedad,
infecciosa;

miedo del hombre,
estúpido;
miedo de Dios,
ausente;
miedo del porvenir,
incierto tal vez;
miedo de Dios,
inabarcable;
miedo de mí,
perdido;
miedo de todo,
condenado.


XXXIII.


Todo prosigue, atropellándome.


XXXIV.


No paran las agujas del reloj,
que me llevarán de nuevo a otro amanecer,
no puedo detenerlas,
no puedo prolongar la noche y
con ella el descanso,
la calma no supone más que
el anuncio de una próxima tormenta.


XXXV.


La soledad, la tristeza y la miseria acechan.


XXXVI.

Basta un instante, sólo un instante, para que el mundo dé igual.

XXXVII.


No creía en el destino
pero tampoco en el azar ,
aunque no se trata de creer.


XXXVIII.


Desencanto, deseperanza, desilusión.
Una vida reducida a pedazos,
una adolescencia dinamitada,
una juventud perdida y destrozada.
Todo este tiempo entregado involuntariamente
a la molicie.
Fabricando un mar de lágrimas inútil,
un mar por el que sólo navegan
los barcos deformes de la mentira
propia o ajena.
Obsesiones distorsionadas como si la distorsión existiese.


XXXIX.


Ver sin entender,
ser visto y no comprendido,
la visión de un mundo
indivisible
e irrenconciliable con su contenido,
las contradicciones de la verdad
y sus matices.
No me comprendo
aunque soy lógico,
no me veo
pese aque estoy aquí,
no hay testigos,
sólo jueces que abren sus bocas
para cobrar a fin de mes.


IL.


El refugio y la condena
de mis a preciaciones,
el paraíso y el infierno
de mis sentimientos,
el alma y el escudo
de mis ideas,
el delirio y la consecuencia
de mi imaginación,
mi ética y mi estética,
yo,
aquí estoy.
¡¡¡Oh Dios!!!
¡Aquí estoy!
Aquí.


ILI.


Gente real que habla cualquier idioma,
gente real que inventa castigos
y los articula.
Gente en peregrinación hacia la satisfacción,
glándulas y poder,
orgasmo y materia,
salvación y olvido una vez más,
salvación de una vez por todas,
salvación de estupidez.
Castigos o sonrisas,
castigos y sonrisas.


ILII.


Fuera, lejos.
Viene rápido para

conseguir las cosas
que se proponía,
vivías y creías lo mismo,
abriendo los ojos al sol,
caían frente a él
y entendía lo que era el amor,
venía rápido,
corriendo por una autopista cubierta de cielo gris
que inunda el universo,
y tú lo veías.
Corría al margen del tiempo
y del espacio,
abre tu mente
y podrás comprenderlo,
abre tu mente.


ILIII.


La tortura de caminar en un campo minado,
cada paso candidato a lo postrero,
cada paso una victoria incierta,
nada como la victoria,
nada como el temor.
Pasos hacia una meta dudosa,
pasos victoriosos que pueden resultar inútiles,
el absurdo del caminar,
el absurdo de la esperanza...
Imposible?
Si una de esas minas explota,
el mundo sería el mismo
pero la historia sería
la de la
miseria.


ILIV.


Directrices,

enseñanza,
educación,
coerción,
señalización,
entretenimiento,
adiestramiento,
civilización,
instrucción,
dominación,
salvación,
condenación,
medios para convertirnos al sistema,
un sistema tan honrado y natural
como la propia estupidez,
excusable,
inevitable
y dicen que necesaria.
¿Por qué no soy como ellos?
¿Por qué me parecen tan necios?
¿En qué consiste la equivocación?
Acaso tenga vocación de disidente;
acaso todo sea
una mentira que proviene de no se sabe dónde.
O tal vez no se trate de eso después de todo.


ILV.


Gritos que se olvidan
y silencios que se recuerdan
sin haber existido jamás.
Conciencias que se tranquilizan
con ambas estrategias
de las que a menudo participo
inconfesablemente.






ILVI.


Puedo ocuparme de la cultura,
puedo afirmar que la ética ha muerto,
puedo pensar que sólo la estética merece la pena,
pero no puedo negar que necesito algo más.
Tal vez.


ILVII.


Junto a ella florecen las flores
entre la basura,
con ella las heridas se cierran en el olvido,
sin ella muere la luz,
pero con o sin ella
necesito llenar el estómago,
protegerme del frío
y trascender alos instantes
a través de los medios.
Necesito el dinero
para que tú seas mi necesidad.


ILVIII.


Premeditadamente
me procuro el
olvido.
Personas estúpidas,
realidades deleznables,
imposturas despreciables.
Vientos son sentido.
Decepción.
Premeditadamente
me procuro el
olvido
de las gentes

del mundo entero.
Soy irremediablemente,
incomprensiblemente,
incomprensible.


ILIX.


Te quiero a ratos
y renuncio a tí a veces,
te repudio hoy
y mañana te necesito,
esto huele mal;
el motor de
mis necesidades,
es el sufrimiento
el que motiva
cada una de mis resoluciones,
es el dolor
el sentido de mis piruetas.
Vivo en el vértigo,
por eso te quiero hasta reventar
y te puedo perder sin inmutarme.
Vivo el vértigo.
Ahora te quiero,
mañana no lo sé,
pero
ahora,ahora
te encadenaría a
mí.


LX.


Quería ser algo
pese a todo.
Pretendía que la vida,
la existencia,
tuviese un sentido añadido al de su ser,

anhelaba que su condición no fuese
un derroche de nadería,
una aberración de la realidad,
el absurdo del absurdo.
Quería hacer de
su propia entidad
algo que merreciese la pena,
ya que había nacido.
La conjura de oscura procedencia,
el sortilegio de la estupidez,
el híbrido de gilipollez y civilización
constituye un destino
incoercible e
inexplicable,incomprensible.
Hostilidades azarosas
y provocadas,
predeterminadas y lógicas,
salvajismo y deformación;
sombras y lluvia
ácida.
Cada intento reconvertido
en fracaso,
cada deseo arrasado,
cada éxito dinamitado,
cada gloria exterminada,
cada paso reventado,
cada logro explotado.
Devenir terrorista,
la lógica aplastante de la necedad,
la locura irremediable del porvenir.
Quería ser algo
pese a todo
y eso se convirtió en pecado,
en castigo,
en...venganza.
Como si el talento estuviese
destinado a perecer.
Quería ser algo
pese a todo.



LXI.


¿Qué es esto?
No hay razones,
un despropósito convertido
en gloria reciclada,
tal vez la putrefacción
de un talento que nunca existió.
¿Qué?
Palabra tras palabra
componiendo estructuras
de humilde pretenciosidad,
de inútil tentativa
malos tiempos para
todo.
No hay creación,
no hay contenido,
no hay razón
de ser.
Pero añado una palabra más,
añado otro ladrillo
y enmurallo mi alma,
pero no hay refugios
de ese tipo.
Un poema más.


LXII.


Abstracción.


LXIII.


Nunca me atreví
y tal vez
ahora me alegre,
todo continuaba en su desarrollo

mientras yo permanecía
en blanco,
salpicado por toda clase de
elementos extraños,
ahora ni te acuerdas
de mí,
puede que nunca
te percatases de que yo estaba allí,
ahora
no hay marcha a trás,
nunca la hay,
tienes una historia
prefabricada,
toda la vida empeñada en un sueño
desprovisto de serias complicaciones,
jamás te cruzarás
conmigo
y tal vez sea mejor así,
no me reconocerías,
no sería reconocido cuando ni siquiera
soy conocido.
Sólo ven destellos
que olvidan
inmediatamente.
Yo sin embargo
soy incapaz de olvidar
un destello,
aunque no sirva
de nada. Quizá nos perdimos algo,
no me extrañaría que fuese al contrario
después de todo.
Adios.
Todo esto no significa nada,
nada.


LXIV.


A grilletes visibles
en una celda de barrotes inalcanzables

se le unía la prisión
de un destierro espiritual,
condenado por los demás
le tatuaron la culpa
en el corazón
y en la mente,
era prisionero de sí mismo
por obra y gracia
de la confabulación
del resto.
A cada asalto de rebeldía
las púas del grillete
se le hincaban todavía más,
a cada arrebato de revolución
la frustración era mayor,
a cada pretensión
le seguía un castigo,
a cada deseo
un dolor.
Cadena perpetua,
perder el hueso agrilletado
o perderlo todo,
o nada.
Perder,
derrota y
desolación.
Reconversión del tatuaje,
demiurgia de la acción del resto
reciclaje de las frustraciones,
castigos
y dolores.
Reciclaje abjurado,
subvertido,
intoxicadamente encarcelado,
maniatado,
amordazado.
Nada como la victoria,
todo como la derrota.
El alma en los ojos.



LXV.


Triturado por la multitud
en el metro
seguía enlatado en sus
ideas fuera de lugar,
pero el mundo parecía
empeñado en dejarlo
fuera de su propio
núcleo.
Idealista temerario
de dinámica mecánica
silenciada por el rubor
de la consideración
de su propia exitencia,
nublada al alcanzar el
destino de las
escaleras automáticas.


LXVI.


Colocado al margen
de su destino,
aquel tipo de ojos desolados
derramó una lágrima más
sobre el asfalto,
abandonado por el porvenir
aquel tipo se sentó a un lado de la carretera
esperando a que llegase la noche,
esperando ser abandonado
por su sombra también;
cuando se acaba el futuro
el pasado se derrama
en el presente
como una futilidad. -Solía decir.
Aquel tipo había
sido abandonado por sí mismo,
pero no lo sabía.

LXVII.


Burlado por las palabras,
por la enseñanza,
por las esperanzas,
la realidad se vuelve pendular
y hasta la esencia oscila,
como si el precio de la verdad
fuese su negación.
Hoy creo
y mañana no,
al fin y al cabo estaba
perdido entre Heráclito
y Parménides,
burlado por Diógenes Laercio
y por una
sonriente lata de
coca-cola.


LXVIII.


Nunca tenía la culpa,
la culpa,
siempre había responsabilidad ajena,
responsabilidad en huida,
responsabilidad que se precipita
en forma de cascada sobre cada uno de sus instantes.
La culpa de...
Qué?
Tal vez de errores,
de fracasos, de pérdidas.
La injusticia conjurada contra el que nunca tenía la culpa,
sólo la sombra de la sospecha.






LXIX.


El porvenir camina en línea recta,
aunque no lo parezca,
y lo veo llegar,
lo veo llegar nublado por el resplandor
que desemboca en sombras proyectadas por su cuerpo
indescifrable,
pero llega a pesar de todo,
se acerca en línea recta.
Soy un espectador
sobrecogido por la imagen de una amenaza estructurada,
olvidando trincheras
esperando el impacto tal vez de ese futuro,
del futuro de aséptica siniestralidad,
bajo el cielo azul, gris y negro.
Sus pasos suenan como una sifonía
muda,
veleidades sordas que siempre temí.
Camino del alba.
Veo llegar al por venir
y lo espero tocando la guitarra,
mi instinto suicida me traicionó,
mi vena creativa me advirtió,
espero,
el porvenir no ha llegado
y el espectro de una idea
me suscita una extraña impresión.


LXX.


Lalala lalalalá.
La lluvia suena golpeando el suelo.
Duerme entre olor a sudor y a rosas.





LXXI.


Cemento y niebla
bajo las sombras de edificaciones metálicas.
Aristas negras con olor a óxido y pintura plástica,
voces de coro dieciochesco
invadiendo mis sentidos,
mientras el sonido de motores diesel
irrumpen machacando
sensaciones,
hacíamos el amor en sueños
y por fin llegó la muerte del tiempo,
la explosión del silencio,
el lenguaje mecánico
de la alternativa a la ... realidad.
El cemento gris,
la niebla blanca
y las aristas negras
de mis ideas.


LXXII.


Tengo miedo,
los malvados enemigos
hacen temblar mis emociones,
miedo de morir abrasado
en su conjura,
miedo
del espectro que vacía mi espíritu.
Sombras que circulan
en las tinieblas del porvenir,
de una incertidumbre
preñada de resignación,
el vacío absoluto
a que aboca una incomprensión tajante.
Juicios y sentencias
indefectiblemente injustas, artificio inútil
que dinamita los recursos

de un mundo inmaculado,
tan ajeno a vuestras historias,
a vuestras imposturas.
A vosotros.
Implicado en una historiainexistente
pero real.
Veo pasar soldados desde mi ventana,
soldados de una sociedad plural,
soldados que miran de reojo
y se preguntan la hora,
soldados de un ejército inconcluso,
ejército que da miedo,
miedo de existir en una
conjura universal que infecta
hasta la inexistencia,
querría sonreir.
No estoy capacitado
para ello ahora,
aunque imagino una sonrisa, o más.


LXIII.


Ese cielo que imprime languidez
y ruge con el viento como coro
a menudo se precipita
en el alma empujándome
a pasear por las calles
de esta ciudad sin mar
mi soledad silenciosa y silenciada;
ese cielo gris que cuando se tiñe de rojo
me traslada a la épica de mi infancia,
cubre por completo las ideas que derramo
mientras vacío una taza de café
sentado en una terraza deshabitada;
entre tanto los coches escupen humo gris también
y pienso en amores imposibles
y en los designios inexistentes del Destino
que me inundan de sentimientos
abonados por una onírica consistencia

olorosa e insípida,
de color gris, gris como ese cielo
menguante.


LXXIV.


Aquel tipo leía libros envejecidos
en los ratos en que olvidaba
la ventana del televisor,
aquel tipo había hecho del minimalismo la banda sonora de
su último año,cuando
no aporreaba con lágrimas su guitarra acústica,
aquel tipo había decidido
no publicar su sentido del humor,
no vomitar su sentido del amor,
aquel tiposabía que la irrelevancia
de cada jornada era como un latido
con sonido de estertor,
aquel tipo había conseguido apagar su pasado
entre letras, sonidos e imágenes
nublando el futuro de sus sentimientos,
aquel tipo podía sonreir cada noche
al acostarse sólo con su
presente.


LXXV.


En su humedad, en ese ambiente de
sudores y gemidos se estremeció
el tiempo,
el abrazo que fusionó
la tierra y el cielo cambiante
me hicieron sentir el universo.
Después se encendieron los cigarros
y todo volvió a ser como antes,
seguía lloviendo ahí fuera.


LXXVI.


A menudo las palabras pierden su valor,
casi siempre son insuficientes,
y por sí solas se vacían.
Palabras que se funden en los sentimientos,
que se asocian con la razón,
y que copulan con la sinrazón,
palabras que me sobrecogen desde su dimensión,
pues después de todo
miedo,
incomprensión,
deseo,
incertidumbre,
fracaso,
propósito
y conciencia
son palabras que no me dejan incólume
o inmaculado.


LXXVII.


Pasear por un laberinto desprovisto
de los sistemas de Ariadna,
desprovisto de intenciones
pero armado de bolígrafo
y papel,
armado contra un enemigo sin sombra,
hostigado por espectros
evanescentes,
pasear entre un clima extraño,
ajeno al tiempo
y salpicado de dimensiones desconocidas,
pasear por el laberinto
de una cotidianidad
tan aplastante como liberadora,
pero que oprime por la atmósfera
de sus rumbos más oscuros,

cargados, tortuosos, de
incierta desembocadura, allí
donde la imaginación duda
de sí misma, donde el poder
de los sueños
pasea por el mismo laberinto.


LXVIII.


Instantes,
amargos momentos banales
en los que el enfado universal
se confabula contra el talento
y el abandono existencial
se hace como el absurdo: absoluto,
como el vacío de los cerebros extenuados,
momentos, instantes
en los que crear es un sacrilegio
y modificar un insulto a la razón.
Instantes en los que las palabras
son resortes de naderías,
en los que las letras son aporías mas que simples trazos,
en los que el silencio
y tal vez el sueño,
ocupan un espacio
que no encuentra una razón para serlo.
El discurso del vacío creativo.
A veces el silencio,
la pasividad, la expectativa
y el agónico trascurrir
hacia la claustrofobia
despelleja el alma,
cuando nadie puede amarme
en una primavera con flores metálicas.






LXXIX.


Esperanzas más o menos estúpidas,
sinsabores nacidos de la necedad,
y los colores del mundo
que se escapan del arco iris,
movimientos universales en mi mente,
que todo lo deforma:
el color de la esperanza

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