miércoles, 6 de junio de 2007

continuará, o no

“Solo el sufrimiento engendra el esplendor del coraje y de la fidelidad, como engendra el de las sensaciones intensas y el de las ideas profundas”.

Isabelle Eberhardt.


1.
















-Aún no he conocido ninguna tía con las tetas grandes que tenga una inteligencia aceptable. Al menos sirven para echar un polvo de los que se tardan en olvidar, aunque tampoco es algo que se pueda generalizar. Hay tetas gordas y tetas gordas, cada una con su encanto, claro que cuanto más acusan la fuerza de la gravedad más difícil es encontrar ese encanto. Quizás cuando cumpla los cincuenta me divierta navegar en esos mares fofos. O tal vez sólo quiera atracar en carnes jóvenes y duras, con unas tetas menos grandes pero respingonas, hay que variar para poder soportar el conjunto de cosas que constituyen la realidad... Pero puestos a hablar de inteligencia, hay muy pocas personas inteligentes,(¿hay alguna?) independientemente del tamaño de sus tetas. De hecho, la inmensa mayoría de la gente -por no decir toda- es de una gilipollez insufrible. Cuando no se les conoce todavía se les puede tolerar, pero cuanto más se sabe de ellos, más razones hay para despreciarlos o/y odiarlos. Sea como sea mañana vendrá de nuevo al despacho Mamen, un buen par de tetas a punto de separarse de un homosexual sobrevenido; creo que si la invito a cenar terminaré follándomela salvajemente, se nota que hace tiempo que no tiene más práctica sexual que ocasionales masturbaciones. Al menos espero que sepa follar en condiciones. Supongo que uno puede hartarse de unas tetas así, pero lo que no entiendo es cómo se pueden cambiar por un calvo enano y alitósico. Lo dicho, otro gilipollas.

Pese a que no utilizo un tono de voz bajo Gonzalo parece no enterarse de nada, no hace otra cosa que seguir con la vista esos culos, cada uno con sus características propias, le gustan todos, casi todos. Como a mí en los momentos poco exigentes; justo en el momento en que me callo pregunta:
-¿Decías algo?
-Sí, decía que eres un gilipollas.
- Ah, bueno, pero eso ya lo sabemos todos. -Responde indiferente. Sin saber que su supuesto sentido agudo del humor no tiene ni pizca de gracia, lo cierto es que no sé ni por qué me voy de copas con él ni por qué le hago saber en que consiste el delirio del rebaño entre el que me toca desenvolverme. De hecho Gonzalo es un tipo al que no se puede tener en consideración, su fijación por culos, tetas y chochos le convierte en un mueble que a veces invita a la décima copa. Hablando de copas... le pediré un “Cacique” con “Coca-Cola” a esa camarera, que inexplicablemente siempre me ignora, pese a ser evidente que soy diferente a todo el atajo de subnormales que transitan por aquí, aunque si lo pienso bien lo más posible es que ella sea también otra subnormal y sólo aspira a echar un polvo con algún cachas hortera, yo qué sé.
-Un Cacique con Coca-Cola. - Digo tras hacerme sitio en la barra con no muy buenos modos, lo que provoca una mirada desaprobadora del pijo que tengo a mi derecha, con la típica camisa a rayas de ”El Corte Inglés” y una chica bronceada con rayos UVA, igual de hortera que él. La camarera, con un bronceado similar y un vestido extracorto color plata sigue ignorándome, por lo que tengo que repetir, esta vez con un tono más alto
-Un Cacique con Coca- Cola. -Por fin da muestras de haberse enterado y yo me doy cuenta de que está demasiado delgada, me la imagino follando y no me importaría averiguar cómo se lo hace, aunque tengo dificultades para imaginarme follando con alguien que me ignora con esa crueldad. Por el contrario se muestra muy amable con un amigo de aspecto casposo, supuestamente gracioso, que le comenta no sé qué estupidez al oído. Por fin me sirve el “cacique”, termina una botella y tiene que empezar otra, que tiene dificultades para verter su contenido, le digo que no me lo cargue mucho y le pongo un billete de 20 euros en la barra, lo coge casi sin mirarlo y me da la vuelta con un “Gracias” poco creíble. El día que tenga un juicio contra ella le conseguiré una buena condena.
Vuelvo con la copa y Gonzalo está dándose el palo con una gorda bastante repelente, mientras una amiga de ésta se fuma un cigarro con cara de circunstancias y me mira, como sabiendo que yo soy el amigo de ese impresentable, dudo entre hacerme el loco y desaparecer o caer de nuevo en el imperdonable error de la socialidad, me hubiera ido pero tengo mi móvil en el coche de Gonzalo, además del maletín con el expediente de Mamen, de modo que no me queda otra solución que interrumpir a Gonzalo,
-Tronco, me marcho, déjame las llaves del coche, que tengo que coger un par de cosas.
-No me jodas Jota, cómo vas a irte ahora -dice “ahora” recalcándolo y con la voz típica de ir ya algo cocido-, mira, te voy a presentar a... ¿era Raquel?
-Sí, Raquel. -Asiente la gorda, pelirroja y con unas tetas enormes y aparentemente fofas.
-Y esta preciosidad es... ¿cómo te llamabas?
-María. -Dice la amiga de la gorda, un auténtico feto malayo, que va vestida toda de negro y con un corte de pelo que debió hacerle algún tío suyo trasquilador.
-Hola a las dos, yo soy Jota, conocido de este anormal. -A continuación los besos de rigor y descubro que las dos llevan “Lou Lou”, (he conocido a bastantes zorras con ese perfume). - Me quedaré mientras termino la copa pero luego me marcho, que tengo trabajo.
-Si sólo son las diez y media... -Comenta la de negro, que tiene una verruga negra del tamaño de una aceituna a un lado de la nariz. Es realmente fea, y no sé si voy a poder reprimir decírselo.
-¿Tan tarde?, creo que mi copa te la vas a tomar tú. Ah, no estaría mal que visitases a algún cirujano plástico, bonita, conozco uno que hace milagros, aunque en tu caso un milagro no sería suficiente. María no da crédito a lo que oye y no sabe si llorar o insultarme, mientras se decide le hago una pequeña observación a Gonzalo:
- Y tú el próximo día no te dejes las lentillas en casa. -Gonzalo les dice que no me hagan caso, que voy algo borracho y que tengo tendencia a la grosería, todo ello mientras alucina con el volúmen de las tetas de Raquel, que no pueden pasar desapercibidas ni debajo de esa amplia camiseta morada. Me pasa las llaves del coche y me dice
-Llévate tú el coche, y discúlpate ante estas chicas, joder, no seas así.
-Que os follen. -Me despido y le pregunto al portero cuánto se gasta en gel fijador a la semana. No creo que vuelva por el “Bitensión”, al menos hasta la próxima semana.

Me pregunto cómo voy a desaparcar el Ford Ka de Gonzalo, voy a necesitar al menos doscientas maniobras para sacarlo de ahí, el hijoputa del Golf de delante está pegado por completo al morro. Le meo en el cristal, cojo mis cosas y me voy en taxi. Odio los domingos. Y odio los taxis, en el de ahora apesta a sudor, en la radio lleva uno de esos programas nocturnos de fútbol que tanto detesto y me va a cobrar suplemento de fin de semana. No tengo ningún mensaje en el buzón de voz.
-¿Por dónde le llevo? -Pregunta el “pelas” con una voz algo gangosa.
-Por dónde le de la gana, jefe. -Me fijo en la foto que lleva de la mujer y sus dos hijos, las fotos deben tener como poco veinte años, como el coche, y hacen una buena pareja, son los dos igual de vulgares y rechonchos, no me extrañaría que fuesen los padres de alguna de las dos joyas que dejé en el “Bitensión”. Me pregunto cómo pueden soportar su imagen en el espejo.
Me deja en la puerta de casa y me cobra 5,20 euros, no le dejo propina y tampoco le doy las buenas noches. Creo que no voy a cenar nada. Enciendo la televisión y todos los canales son igual de malos, incluso la 2, que en la noche temática trata hoy de Singapur, es decir, mierda. Lo mejor será ver alguna porno. Otra vez.




















2.









Aún no sé muy bien por qué me he convertido en un picapleitos, supongo que siempre me he dejado arrastrar un poco por las circunstancias, esa coartada tan poco convincente. En cualquier caso hoy tengo un aliciente para ejercer: María del Carmen Ridruejo, esa fue la razón por la que me levanté a las siete, por la que me pasé un buen rato decidiendo qué coño me iba a poner y por la que exprimí las gotas que me quedaban de “Carolina Herrera”. Al terminar el acicalamiento supe que no merecía la pena perder el tiempo en ese tipo de consideraciones, probablemente no tuviese razones para suponer que antes o después terminaría follándomela, es algo que me pasa a menudo, es raro el día que no me cruzo con alguna que no me sugiera ideas similares, por algún extraño motivo considero que resulto atractivo para un altísimo porcentaje de la población femenina, y digo “extraño motivo” porque luego la realidad no me avala suficientemente...

En el despacho suena el hilo musical, como si fuese la consulta de un dentista, la luz del día lo hace acogedor y dejo desperdigados antiguos expedientes encima de la mesa para crear la impresión de que soy un abogado bastante ocupado, nada más lejos de la realidad, hace un par de meses que no tengo ningún caso al margen de la asociación de divorciados cabreados, así que esta es una buena ocasión para mejorar mi economía y quizá mi vida sexual, y la de Mamen (sugerente nombre). Creo que voy a destrozar al maricón de su marido, un empresario que fabrica ropa interior de calidad, pero que se limita a copiar los modelos de Calvin Klein. La consulta del jueves no se la cobré pero hoy debe traerme una provisión de fondos de 1200 euros, el viernes estuve hablando con el abogado de Iván, así se llama el julandrón, y resultó ser Ernesto, otro mariquita redomado, que por cierto no tiene ni puta idea de divorcios, él se dedica fundamentalmente a temas financieros, pero ya se sabe, en el gremio se conocen entre ellos y... No es que tenga nada en contra de los homosexuales, en realidad donde la meta cada uno es asunto exclusivamente suyo, lo que siempre he odiado sin embargo es el mal gusto y lo que tengo muy claro es que a la hora de escoger entre el culo de un tío o de una tía no hay color, de hecho, si yo hubiese nacido mujer no dudo ni por un instante que sería lesbiana, tortillera, bollera. Si bien también desconfío de Mamen, no sé qué vió en Iván para casarse con él, tal vez cuando tenía pelo era algo más soportable, quizás el dinero la hubiese atraído, pero tengo la sensación de que se casó enamorada, aunque tampoco podría asegurarlo, nunca he llegado a entender del todo a las mujeres, que me siguen desconcertando con su retorcimiento. Con su cuerpo, que hace unos años, cuando se casó, estaría más prieto y turgente, pudo haber escogido mejor, tal vez a un tipo como yo, inteligente y buen follador, yo qué sé.

La esperaba a las diez pero llega con veinte minutos de retraso, cuando llaman a la puerta siempre pienso que debiera tener en el despacho a una pasante, una tía buena a la que no pagaría un duro y a la que terminaría follándome, tal vez me decida a poner un anuncio en el “Segunda Mano”, así ella abriría la puerta, nos traería cafés y la mandaría a los juzgados para que resuelva esos trámites que me sientan tan mal a primera hora de la mañana. Abro la puerta y me encuentro a Mamen con un vestido que deja ver que le sobran tres kilos, es un vestido que está pensado para alguien cinco o diez años más joven que ella, tal vez para mi hipotética pasante.

-Buenos días.
-Buenos días. -Contesta con amabilidad y preocupación mientras no puedo apartar la vista de su escote aunque lo intento. Lo que lo jode es que viene acompañada de su hija de cuatro o cinco años.

-Lo siento, es que no he encontrado donde dejar a la niña esta mañana, ¿le importa que la haya traído?
-En absoluto. -Respondo mientras considero la posibilidad de que se me haya notado mucho el desagrado que me produjo ver que la traía. -Aunque tal vez sea mejor que se quede en la sala de espera mientras hablamos, más que nada por el contenido de la conversación, que a veces le podría resultar algo... chocante. Tengo ahí algunos tebeos que tal vez la entretengan. (-En realidad dudo que esos comics puedan entretener a una niña de cuatro años pero en temas infantiles soy un absoluto negado, sólo se trataba de decir algo.)
-Me parece lo más apropiado. -Comenta Mamen sin demasiado convencimiento.
-Pues bien, pasemos al despacho, siéntese ahí por favor. -La invito a pasar mientras observo que pese a los años aún conserva un culo que pasaría la “ITV” sin problemas. Ese vestido deja ver unas braguitas tipo tanga, pensadas precisamente para llevar bragas sin que se note.
-Y tú Vanessa espera ahí sentadita un ratito, que Mamá viene enseguida, sé buena y luego te compro un helado. -Le dice la madre con dulzura mientras la niña asiente sin articular palabra y compruebo que desgraciadamente se parece más a su padre que a su madre. Por cierto, “Vanessa”, con ese nombre también conozco a un par de zorras.

-¿Y bien, ha hablado ya con su esposo sobre lo que le dije el pasado jueves? -Los tirantes de ese corto vestido floreado anuncian que no lleva sujetador así que me aplico algo más y descubro ligeramente sus pezones.
-Sí, hablé con él la misma noche del jueves y me dijo que su abogado se dirigiría a usted al día siguiente para especificar los términos de la separación, ya que no estaba muy de acuerdo con lo que le propuse. De hecho esta misma tarde tiene una cita con él para hablar del tema. -Me habla sin dar muestra alguna de sentirse atraída por mí y disimulando mi obvio interés por su anatomía, algo que empieza a disgustarme.
-Sí, su abogado me telefoneó el viernes por la tarde para discutir un poco los términos y después de hablar él con su esposo y yo con usted hemos quedado en que mañana nos reuniríamos para redactar el boceto del convenio regulador de la separación. La verdad es que no tiene nada de que preocuparse, el abogado de su marido es un completo incompetente en materia matrimonial, se dedica a temas básicamente financieros y de empresas, pero en lo que a divorcios se refiere no tiene ni puta idea. -Su cara tiene una extraña expresión después de oirme decir “puta idea”, lo que me demuestra que es ligeramente imbécil, pero prosigo:
-Precisamente tengo aquí mi modelo de convenio, que le favorece ampliamente, he exagerado las pretensiones en determinados aspecto para que en la negociación, al rebajarlas, dé la impresión de hacer concesiones al respecto, léase por favor esta copia y coménteme lo que le parezca oportuno, mientras me prepararé un café, ¿le apetece a usted uno? -le pregunto mientras considero la posibilidad de que su indiferencia sea una muestra de interés y de dar un primer paso y tutearla en lugar de hablarle de usted.
- Pues no le diré que no, gracias. Pero, por favor, con sacarina en lugar de azúcar. - Me dice con un tono correcto pero nada insinuante.
-De acuerdo, pero si no le importa tráteme de tú, odio que me traten de usted. -Le comento dando el paso antes ideado y echándole azúcar pese a todo, jamás he tenido sacarina en casa, con un poco de suerte ni se dará cuenta. Lo que sí le echaría sería un buen afrodisiaco, pero de eso tampoco suelo tener, clara muestra de que en esto sólo soy un aficionado.
-Ah, estoy de acuerdo, yo también prefiero que me tuteen. -¡Aleluya!, primer gesto amigable. Pasan unos breves minutos mientras preparo el café y ella lee el convenio.
-La leche... ¿la quieres muy caliente?
-Sí, por favor.
-Pues aquí tienes. Qué te parece el convenio. -Empiezo a notar un inicio de erección, lo que me anima a sentarme pronto, para que no se me note.
-Bien, me parece bastante bien, yo no entiendo de esto pero me fío de tí. Lo que sí quería saber es cúales son los pasos a partir de ahora y si va a durar mucho todo esto. -Me desanima ver que la cordialdad aparente se desvanece a manos del negocio puro y duro.
-Si todo transcurre como espero esto será breve, mañana tendremos el modelo definitivo y en cuanto lo presentemos al Juez para que dé su conformidad será cosa de poco tiempo, en torno a dos meses. -Sé que antes o después me masturbaré pensando en ella. Pobre recurso en vistas de que no veo prosperar mis planes.
-Me alegro, la verdad es que quiero solucionarlo cuanto antes, para mí es bastante desagradable todo esto y le quedaría, perdón, te quedaría muy agradecida si solucionases esto pronto.
-No te preocupes Mamen, de eso me encargo yo. -Le digo mientras advierto que la erección lejos de irse se consolida, lo que me preocupa, puesto que se acerca el momento de ponerse en pie y acompañarla a la puerta. Quizá el desagradable momento de hablarle de la provisión de fondos disipe mis ánimos libidinosos.
-Por cierto, ¿qué te debo, eran doscientasmil por la provisión? -Me pregunta rebuscando en el bolso y meneando sus tetas.
-Efectivamente, doscientasmil, ni una más ni una menos, claro que ahí va incluída la cena a la que te invitaré si se arregla todo mañana. -Por fin me decido a dar un paso algo más serio hacia una hipotética noche de lujuria.
-Oh, gracias, la verdad es que me vendría bastante bien, lo que necesito es romper un poco con toda esta tensión, pero me temo que tendremos que dejarlo para más adelante, ahora mismo mis padres están de viaje y no tendría con quién dejar a Vanessa. -Me pregunto si sabrá que existen “canguros” que se ocupan de los niños en situaciones así.
-En fin, en otra ocasión será. -Digo resignado, cabreado más bien. Debiera haberle cobrado trescientasmil. Guardo el cheque en el cajón y me arrepiento de haberle mencionado lo de la cena, es obvio que ella no tiene ningún interés por mí y concluyo que debe ser imbécil.
-Sí, en otra ocasión. Ahora debo marcharme.
-Sí, yo también, tengo un par de trámites pendientes en el juzgado y una cita con la procuradora. Te acompañaré hasta la puerta, llévate una copia del boceto del convenio y estúdialo con calma, si tienes alguna sugerencia me lo haces saber pero en cualquier caso mañana te telefoneo yo y te cuento cómo ha ido la negociación. -Le digo mientras me levanto, ya sin erección, intentando disimular mi sensación de fracaso.
-Muchas gracias, espero su llamada, tu llamada. Lo fundamental es que todo esto se resuelva cuanto antes... -Sigue hablando pero no la escucho, tal vez lo que ocurra es que es lesbiana tardía y por eso, precisamente por eso, elude lo de la cena.
-Bueno Vanessa, ya os vais, ahora tu mamá te comprará ese helado. -Le digo a la niña, que asiente con la cabeza. Su madre sonríe y hago esfuerzos por no despojarla de ese vestido y follármela en plan salvaje. Las acompaño hasta la puerta y me despido intentando asumir mi derrota.
Desde la ventana las observo y me irrita descubrir que un tipo con pinta de pasarse la vida en un gimnasio las espera en un BMW recién salido de fábrica, la besa y se marchan. Mierda. Tendré que ir pensando en lo de la pasante.




























3.



He tenido que quedar otra vez con Gonzalo, tenía que devolverle las llaves del coche y él tenía que contarme cómo fue el polvo con Raquel, aquella gorda de rasgos mongoles y de tetas excesivas. Supongo que no tardará mucho más ya, lleva veintitrés minutos de retraso y sabe que mi regla de oro es no esperar más de treinta, si quiere las llaves que envíe un mensajero. Espero que haya suerte y tampoco aparezca en estos próximos siete minutos, no me apetece verle en absoluto, me contará con todo lujo de detalles cómo se la metía por el culo a la gorda y cómo se corría la muy puta. A su vez yo he de reconocer mi fracaso con Mamen o inventarme algo. Ya llevo dos “Heineken” y el periódico de la cafetería está ya demasiado manchado como para seguir pasando hojas mecánicamente y con poca convicción. Además no hay ninguna tía buena a la vista. Le pido la cuenta al desagradable camarero, que pese a conocerme como cliente asiduo no tiene ni un gesto amable, y estudio el no dejarle propina tampoco hoy. Tal vez una peseta o dos, si las encuentro sueltas en alguno de los bolsillos de mi pantalón.

-Joder, perdona el retraso Jota, pero es que me encontré con Diana en el metro y ya sabes cómo se enrolla a hablar de sus paranoias... -Me impele Gonzalo mientras el amargado camarero se cobra mis cervezas.

-Estaba a punto de marcharme, no puedo entretenerme mucho, tengo bastante trabajo atrasado para mañana. Toma tus llaves y ya hablaremos otro día. -Le digo intentando librarme de la charla que me trae preparada.

-Coño Jota, tómate otra, invito yo, estoy seco, he venido lo antes que he podido hasta aquí y además quiero contarte cómo me fue con la de las tetas, ya no me acuerdo como se llamaba...

-Raquel.

-Sí, eso. Ponnos dos más Pablo. -Le dice al camarero mientras se despoja de su chaqueta de cuero, que no sé donde se la habrá comprado. La mía está demasiado gastada ya y debiera comprarme otra, ahora que tengo algo de pasta fresca.
-¿Dónde te compraste esa chupa? -Le pregunto sin querer mostrar demasiado interés.

-Me la trajo mi hermana de Londres. Es cuero del bueno.
O sea, que el coche está en la acera del Bitensión”, ¿no? Pues vaya putada, otras tres paradas de metro hasta allí. Bueno, a lo que iba: Vaya asco de gorda, no sabía ni follar, mucho jadeo, mucho movimiento pero más torpe que una foca bailando el charlestón. Lo más flipante fue ponerla a cuatro patas y darle por el culo mientras me agarraba a sus tetazas con fiereza, ella creo que se corrió dos o tres veces hasta que me corrí yo, que no me corría ni a tiros; tengo que dejar de beber. Después del segundo polvo ya ni me empalmaba, así que le dí para el taxi y me la quité de encima. Pero en algún momento debí de darle mi teléfono porque la muy gilipollas me llamó esta tarde para ver si quedábamos.

-Y qué pasó con la del grano.
-¿La del grano?
-Sí, coño, la amiga de la gorda, esa tía horrible que estaba allí con vosotros.
-Ah, María. Sí que era fea la cabrona. Te pasaste un poco con ella ¿no?
-No creo.
-Pues se fue a su casa, no encontró ninguna víctima que tirarse.
-Ya. -El camarero ya viene con dos “Heineken” más y con aceitunas de esas machacadas para picar, las odio pero Gonzalo las ataca con ganas.
-Y a tí qué tal te ha ido con la clienta esa, la que se va separar del maricón. Por cierto, Diana me ha preguntado por tí.
-Pues que siga preguntando. Con la clienta nada de nada, la hijadeputa parece que está ahora con un cachas con pelas y ni quiso saber nada de venir a cenar conmigo.
-Estás bajo de forma tronco, si quieres te paso a la gorda, que esa tiene más ganas de follar que un cura.
-No gracias, de momento las vacas me las como, no me las follo. -Apuro mi cerveza, no tengo ganas de seguir perdiendo el tiempo con el imbécil este. Se tira a la primera que puede y el tío es feliz, me jode la gente que es feliz en su mediocridad. Continúo: -Además estoy pensando en meter una tía buena en el despacho, una pasante gratis y que folle. Pongo un anuncio en el “Segunda Mano” y aparecen cien.
-Tío, piensas como un viejo.
-Puede ser. -Lo reconozco y termino la cerveza, que empieza a subírseme un poco, él acaba con las aceitunas y busca monedas en el bolsillo.
-En cualquier caso, viejo verde o no, lo de la pasante es algo a lo que sólo le veo ventajas, si resultase ser una inútil gilipollas la despido y se acabó, además, siempre he soñado con llevar un proceso de selección de personal, dedicaré cuatro viernes en exclusiva al tema, recibiré a las más cualificadas y luego escogeré a la que esté más buena o a la que tenga pinta de ser más viciosa.
-Ya veo que lo que te interesa es su nivel intelectual. -Comenta irónicamente Gonzalo, dejando entrever que él tiene en cuenta otras cuestiones.
-Exacto, a mí lo que me pone más cachondo es la inteligencia, precisamente por eso hace tanto tiempo que mis orgasmos no pasan a la historia. Estoy harto de las decepciones, me emociono con una tía, está buena pero no es la típica niña mona, parece que tiene inquietudes y hasta hace algún comentario presuntamente inteligente, pero a los tres días te das cuenta de que todo es fachada, de que detrás de todo ese montaje sólo es una tía más, pero con la diferencia de que se cree superior a las demás porque ella es más “original”.
-Ya, si ya me lo has contado mil veces... ¿quieres otra cerveza? Pablo, pónnos dos más. -Dice sin darme tiempo a decir que no. Y la verdad es que ya me apetece otra cerveza, supongo que terminaré borracho.





















4.


Suena el despertador. Son las ocho de la mañana y tengo una cloaca en la boca además de una tía a mi lado con la que, por los condones que tengo en el cenicero, parece que he echado dos polvos. No me acuerdo de cómo se llama y ahora que está de espaldas ni tan siquiera recuerdo su cara. Me incorporo un poco y veo que al menos no es fea, lo que no deja de suponer un triunfo, me la quedo mirando y me siento satisfecho, cuando follo mejora mi humor. Pero ahora tengo que echarla, dentro de una hora tengo cita con Ernesto para tratar lo de Mamen y no me apetece que esta esté aquí.

-Psst! Psst! -No se inmuta y me pregunto si estará muerta. No, respira, así que insisto: -Psssssstt!!!

No hay manera. Así que me levanto y me enjuago la boca con “Listerine”, me ducho y advierto el principio de una erección, por lo que es momento de salir de la bañera y o la despierto o me la vuelvo a follar.

-Buenos días Jota. -Me saluda ya a medio vestir. Es guapa, lleva un vestido negro con florecillas y unas botas Martens verdes, ni una pizca de maquillaje. Creo que anoche tuve suerte, es una lástima que no me acuerde muy bien de cómo discurrió todo.
-Te prepararé un café. -Le digo mientras me pongo los pantalones.

-De acuerdo, pero con sacarina. -Otra vez la puta sacarina, creo que me persigue y no tendré más remedio que comprarla. Aunque me jode tener que comprar cosas únicamente para las visitas. Por cierto, pese a no tener demasiadas tetas ni un culo primoroso ese equilibrio me seduce. La invitaría a que se quedase a vivir conmigo. Una semana.
-Sí, no te preocupes, con sacarina, ¿una pastilla o dos?
-Dos, ¿has terminado ya en el baño? -Pregunta ya meando.
-Sí, todo tuyo, pero no te entretengas, tengo una reunión dentro de media hora. -Le respondo mientras le echo una cucharada de azúcar, nunca se dan cuenta de la diferencia. El café se está preparando y me pongo mi camiseta preferida, la blanca, con un reducido cuello de pico “Calvin Klein”. Hacer la cama es algo que dejo para el último momento. Revisaría su bolso pero debe estar ya a punto de salir.

No hay comentarios: